Por Monserrat Neme y Beatriz Garcia
Las características del presente organizan y legitiman las prácticas sociales en un complejo entramado de saber y poder que dispone de sofisticados y sutiles dispositivos de producción subjetiva.
La actualidad nos enfrenta de manera constante a conflictos y tensiones, develando nuevas modalidades de malestar y proponiendo una multiplicidad de inquietudes en relación a los sentidos epocales y a su impacto en los procesos de subjetivación. En un escenario de precarización de las existencias y fragmentación social, la digitalización de la vida cotidiana plantea desafíos que requieren (re) pensar categorías y modalidades de intervención.
Es en este contexto en el que se evidencia una creciente preocupación – tanto en el campo de la salud mental como en el de la educación- por el uso de las plataformas tecnológicas y el consumo excesivo de videojuegos y apuestas online en niñas, niños y adolescentes. El presente configura una serie de conflictivas que afectan especialmente a los más jóvenes y que nos invita a reflexionar en clave de prevención, protección y promoción de derechos.
Las prácticas de consumo condensan los modos en los que cada sociedad define la vida cotidiana, constituyéndose en un complejo entramado de imaginarios que articulan variables históricas, económicas, políticas y culturales. La sociedad actual entroniza la inmediatez como la fracción de la temporalidad más venerada. Cada actividad de la vida cotidiana habilita una contrapropuesta tecnológica que brinda la opción de gozar de esta porción temporal instantánea como garantía de obtención de un plus de satisfacción. Junto a ello, las subjetividades atravesadas por esta particularidad: a un like de distancia, el amor y sus circunstancias.
Los consumos constituyen un fenómeno complejo y multidimensional. Son prácticas sociales que se configuran de manera particular de acuerdo al momento histórico y a las condiciones socio-políticas y culturales. Las combinaciones de estas y otras variables epocales definen las particularidades de las significaciones otorgadas tanto en el plano individual como en el colectivo. Del mismo modo, las niñeces y las adolescencias también son plurales y sus expresiones varían según la heterogeneidad de los contextos. Es menester interpretar la cultura y sus malestares en sus signos de época atendiendo a las transformaciones de las prácticas y a las narrativas preponderantes que cada sociedad tiene de sus jóvenes, sus usos y sus costumbres.
Dado que todas las personas y las épocas establecen relaciones particulares con los objetos, corresponde reflexionar acerca de los mecanismos en los que la satisfacción y el disfrute se vinculan a estos acercamientos. Es probable que existan intentos más o menos experimentales y/u ocasionales de acuerdo a las circunstancias. Están los que, en cambio, se reiteran con sistemática habitualidad y aquellos, más problemáticos, que organizan la vida, limitan las actividades e interrumpen la lógica cotidiana. Estas modalidades de carácter más preocupante requieren de abordajes integrales, singulares y situacionales. Los consumos problemáticos, ya sea de objetos, sustancias o tecnologías son dinámicos y deben leerse en contextos determinados y en función de las narrativas y premisas culturales que esa sociedad pone en valor en un momento dado.
Si bien las condiciones de accesibilidad y los circuitos de gratificación inmediata facilitan el ingreso de adolescentes al universo de las apuestas online, es necesario evitar una mirada que reduzca el fenómeno a la patología individual. Las apuestas, integradas a plataformas digitales que operan con lógica de disponibilidad constante y gratificación instantánea, no solo capturan la atención de los jóvenes, sino que moldean su relación con el dinero y el tiempo. Esta práctica, lejos de ser inofensiva, interrumpe el interés por actividades educativas, recreativas y vinculares, exacerbando un sistema que promueve el consumo vertiginoso y la búsqueda de éxito inmediato. En este contexto, las apuestas online se consolidan como un síntoma de época que refleja la convergencia entre tecnologías, presiones económicas y ausencia de límites claros, especialmente en un grupo etario aún en formación.
El tiempo de lo instantáneo, la ansiedad, el desplazamiento y la fijación, ocupan una notoria centralidad como marcas de época. Lo efímero y la obsolescencia programada de los gadgets son elementos que nos remiten a la labilidad de los lazos. Un sencillo scrolleo provoca un distanciamiento engañoso de la realidad, un escape al pensamiento, el ingreso a un circuito tramposo de obtención de rápidas recompensas que se enraiza y se fija provocando satisfacción inmediata pero que asimismo puede convertirse en breve y frustrante. Sin la posibilidad de simbolizar estas operaciones, los sujetos quedan atrapados en un espacio incierto y padeciente que se torna especialmente preocupante en etapas de la vida en las que es necesario el armado de vínculos y el despliegue de herramientas de fortalecimiento identitario. La sociedad capitalista y sus modelos de éxito fomentan en los más jóvenes una tendencia al individualismo y propicia formas solitarias y narcisistas de alcanzar las gratificaciones que ofrece el mercado en detrimento del vínculo social amoroso.
Las apuestas online irrumpieron en el debate público de manera intempestiva. Una antigua costumbre de la humanidad adquirió investiduras actuales. El tiempo histórico parece seguir el pulso de los datos, algoritmos y plataformas, lo que impacta profundamente en las formas de interacción, el ocio y los hábitos de consumo. La subjetividad digital moldea nuevas prácticas y los adolescentes no están exentos. Capturar la atención es ahora el motor de las ganancias.
Encuesta de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Entre los meses de julio y septiembre de 2024, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, encuestó a 2765 adolescentes de entre 13 y 19 años pertenecientes a 25 escuelas de gestión estatal y privada de las 15 comunas.
Los cuestionarios se confeccionaron en papel y se administraron de manera personal a fin de entablar un diálogo con los y las adolescentes y problematizar de algún modo el uso del celular en el contexto del aula, poniendo de relieve la reflexión en torno al uso de dispositivos en los múltiples entornos de la vida cotidiana.
Se utilizó un cuestionario autoadministrado que permitió indagar acerca de diversas dimensiones relacionadas con las apuestas online. En primer lugar, se recogieron datos sobre características sociodemográficas de los y las participantes. Luego, se exploraron aspectos vinculados al comportamiento relacionado con las apuestas online, incluyendo frecuencia, motivaciones, tipos de apuestas realizadas y los entornos preferidos para llevarlas a cabo. Asimismo se investigaron los riesgos asociados a prácticas compulsivas, los medios de pago utilizados y las formas de acceso a las plataformas. Por último, se incluyó una pregunta para indagar por las apuestas por fuera del mundo virtual.
Resultados generales
De las respuestas obtenidas se concluyó que uno de cada cuatro estudiantes ha participado en apuestas online al menos una vez, con una participación significativamente mayor entre los varones (34%) en comparación con las mujeres (13%). Además, la incidencia de esta práctica aumenta conforme los y las estudiantes avanzan en su trayectoria escolar, alcanzando un 30% entre quienes cursan el último año de la secundaria. Este fenómeno también muestra una relación con el nivel educativo de los padres y madres: a menor nivel educativo, se observa una mayor participación de los adolescentes en apuestas online.
Un aspecto interesante que reveló la encuesta consiste en que el 39% de los y las estudiantes no sabe si las plataformas en las que juegan son oficiales, y este desconocimiento es más alto entre los estudiantes de ciclo básico, es decir 1er y 2do año, alcanzando el 44,3%. Entre aquellos que sí identifican el tipo de plataforma, el 60% afirmó utilizar sitios legales. Este dato plantea una alerta respecto a las políticas adoptadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires contra las casas de apuestas ilegales. Si bien es fundamental combatir la ilegalidad, en el caso de los y las adolescentes, su participación en estas prácticas ocurre mayoritariamente en el ámbito legal. Esto probablemente se deba a que las casas de apuestas online suelen operar en asociación con un operador físico, respaldado por un fuerte poder de lobby. En verdad, resulta necesario abogar por un mayor control biométrico y un marco regulatorio que refuerce la supervisión de las apuestas realizadas por menores de edad.
En cuanto a las preferencias de juego, los casinos virtuales son los más elegidos (48%), seguidos por las apuestas deportivas (32%). Este dato puede explicarse, en parte, por el acceso más limitado a las apuestas deportivas en comparación con los juegos de casino, que están disponibles las 24 horas. Es importante destacar que, entre las mujeres, se observó una mayor inclinación por los juegos de casino (59,9%), mientras que entre los varones la preferencia es menor (43,8%). Por otro lado, entre los varones, las apuestas deportivas son más populares (37,6%) que entre las mujeres, quienes solo alcanzan el 18% en esta categoría.
Las preferencias respecto a apostar en grupo o de manera individual muestran comportamientos diferenciados. Mientras que el 38,7% de los y las estudiantes prefiere hacerlo en grupo, el 36,1% señala que “le da lo mismo” y un 21,2% opta por apostar en soledad. Al desglosar estos datos por género, se observa que los varones tienen una mayor inclinación a participar en apuestas grupales (40,3%), frente al 34,1% de las mujeres. En contraste, el 25,7% de las mujeres manifestó preferir apostar en solitario, superando al 20% de los varones que eligen esta modalidad. Estas diferencias subrayan la necesidad de un abordaje comunitario que contemple tanto los contextos individuales como las dinámicas grupales en las intervenciones.
Un 59,8% de los y las estudiantes encuestados reportó haber realizado apuestas en el último mes, con una mayor participación entre los varones (63,3%) en comparación con las mujeres (50,9%). Por otro lado, solo un 12,9% de los y las encuestados/as señaló que su última apuesta ocurrió hace más de un año. En cuanto al tiempo dedicado a esta actividad, el 61% afirma emplear menos de una hora semanal en apuestas. Sin embargo, entre quienes destinan más tiempo, se observa una diferencia notable por género: el 13,7% de los varones dedican más de una hora a la semana, frente al 6,6% de las mujeres.
Casi la mitad de las y los estudiantes encuestados (48%) realizó sus apuestas online principalmente desde su casa, lo que posiciona al entorno doméstico como el lugar más habitual para esta actividad, seguido por la posibilidad de hacerlo desde “cualquier lugar”. En contraste, menos del 10% mencionó la escuela como un espacio para apostar, y el 55,4% aseguró no hacerlo nunca en el colegio. Un 34,7% señala hacerlo pocas veces, mientras que solo el 4,3% afirma hacerlo siempre o casi siempre, con una notable diferencia de género: los varones lo reportan con mayor frecuencia (6,9%) que las mujeres (1,2%).
Como vemos, estos datos contradicen la percepción generalizada que posiciona a la escuela secundaria como el principal espacio de apuestas online. En realidad, la institución educativa ha funcionado más como un espacio de alerta temprana y resonancia social que como un lugar central para estas prácticas. Al visibilizar el fenómeno, la escuela permite sensibilizar a otros actores y fomentar acciones frente a los riesgos asociados a las apuestas online.
El uso de billeteras virtuales como medio de pago es ampliamente predominante, con un 90% de los y las encuestadas eligiendo esta opción para realizar sus apuestas. Este dato refleja el avance de la digitalización en las transacciones entre adolescentes y la facilidad de acceso que estos medios brindan para participar en las apuestas online. Ante esta situación, la Defensora del Pueblo solicitó al Banco Central de la República Argentina, así como a bancos y billeteras virtuales, que informen a padres, madres o tutores sobre las transacciones mensuales realizadas por menores de edad. Esta medida busca permitir un mayor control, facilitar la trazabilidad de los movimientos y alertar rápidamente en caso de detectar patrones de juego que puedan requerir intervención. Algunas plataformas, como Mercado Pago, ya implementan medidas en esta línea.
El 24,7% de quienes apuestan reportó que encuentra difícil dejar de apostar cuando están ganando, mientras que el 29,1% tiene la misma dificultad al estar perdiendo. Combinando ambos escenarios, un 13,1% reportó serias dificultades para detenerse, que equivale al 3% del total de los y las encuestadas. Este problema es más pronunciado en escuelas privadas, donde el 26,7% tiene dificultades al ganar y el 32,2% al perder, en comparación con el 22,1% y 25,2% respectivamente en escuelas de gestión estatal. Asimismo, quienes dedican más horas a las apuestas reportaron mayores problemas para detenerse, especialmente al enfrentar pérdidas. Por otro lado, el 54,5% de los y las encuestadas afirmó haber ganado en su última apuesta, cifra que aumenta al 58,8% entre los varones y al 58,5% en estudiantes del ciclo básico.
¿Cuáles son los principales motivos que los llevan a apostar? Para analizar este dato, se realizó una pregunta abierta a los y las adolescentes. La respuesta más común, mencionada por el 67% de los y las encuestadas, está relacionada con el dinero, reflejando aspiraciones económicas como “comprar algo” o “apostar para ganar plata”. Por otro lado, un 25% lo hace por entretenimiento, describiendo esta actividad como una forma de “divertirse con amigos” o simplemente “pasar el tiempo para no aburrirse”. Cabe destacar que no se observaron diferencias significativas entre géneros en los motivos mencionados.
Cuando se consultó cómo conocieron las plataformas de apuestas online, el 60% de los y las encuestadas mencionó a amigos/as o conocidos/as, mientras que solo el 19% lo hizo a través de influencers. Al agrupar las respuestas, se observa que el 73% descubrió estas plataformas por su círculo social (amigos/as, conocidos/as o familiares), y solo el 26% mediante influencers o publicidad. Aunque el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha enfocado su estrategia principalmente en la publicidad y la influencia de creadores de contenido, los datos reflejan que las apuestas aumentan dentro de círculos sociales cercanos. Este patrón se refuerza con el hecho de que el 51,4% de quienes apuestan percibe que “muchos” o “bastantes” de sus amigos/as participan en apuestas online, en contraste con solo el 27,9% entre quienes no apuestan, evidenciando una dinámica social clave en esta práctica.
Algunas consideraciones finales
El desarrollo incesante de la tecnología y sus características de accesibilidad, abre nuevos interrogantes a la hora de pensar abordajes ante esta problemática de creciente preocupación. Concebir los usos de las nuevas tecnologías desde una perspectiva de salud integral y de derechos humanos requiere comprender las creencias, regulaciones y emociones expresadas en las prácticas que se despliegan en los territorios existenciales, no sólo de los protagonistas sino también de quienes los rodean, que regulan, sancionan y habilitan de modo particular las prácticas. Si bien desde hace unos años la preocupación es creciente, hemos alcanzado un punto tal en el que se hace necesario investigar en profundidad los efectos e impulsar políticas públicas de cuidado así como iniciativas regulatorias a las empresas en las dimensiones de la prevención y la protección ante el consumo excesivo, especialmente en niñas, niños y adolescentes.
Las estrategias comerciales y de marketing que acompañan el mundo de los juegos en línea por dinero suelen venir acompañadas por propuestas de alguna persona con reconocimiento público (portador de emblemas de éxito y prestigio social) ofreciendo modos ilusorios de devenir (se) en alguien o funcionar como aquel, poseedor de esa matriz de satisfacción. Y es en este sentido cómo la época y sus discursos dominantes actualizan en forma constante el circuito del consumo y el malestar que insiste.
Existen en nuestro país algunas iniciativas de regulación en estudio, aunque aún no se cuenta con una normativa que abarque de manera integral el abordaje del consumo excesivo de juegos online, especialmente en la senda de la prevención y promoción de derechos de los más jóvenes. La inclusión de las adicciones como parte del campo de la salud mental en la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, aun con sus debates internos, posibilita discusiones que interpelan el centro del poder en disputa proponiendo el corrimiento hacia un paradigma de derechos, dejando atrás los modelos prohibicionistas y estigmatizantes y en donde el Estado cumple un rol preponderante.
Así las cosas, resulta oportuno incluir el pensamiento del filósofo contemporáneo Byung-Chul Han, quien en su libro “Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder” señala: “El capitalismo del consumo introduce emociones para estimular la compra y generar necesidades. El emotional design modela emociones, configura modelos emocionales para maximizar el consumo. En última instancia hoy no consumimos cosas, sino emociones. Las cosas no se pueden consumir infinitamente, las emociones, en cambio, sí. Las emociones se despliegan más allá del valor de uso. Así se abre un nuevo campo de consumo con carácter infinito.” Y agrega, contundente: “El sujeto de hoy es un empresario de sí mismo que se explota a sí mismo. El sujeto explotador de sí mismo se instala en un campo de trabajo en el que es al mismo tiempo víctima y verdugo. En cuanto sujeto que se ilumina y vigila a sí mismo, está aislado en un panóptico en el que es simultáneamente recluso y guardián. El sujeto en red, digitalizado, es un panóptico de sí mismo. Así pues, se delega a cada uno la vigilancia.”
Leer la época en tanto operación política nos permite ubicar lo singular de los padecimientos, situar los abordajes y proponer perspectivas de acción crítica intersectorial y comunitaria. Resulta necesario avanzar en el camino de la legislación y fortalecer el compromiso conjunto de las organizaciones de la sociedad civil, las áreas de gobierno, las instituciones académicas y, especialmente de las nuevas generaciones para pensar propuestas de promoción de cuidados y de salud mental integral, así como de proyectos de vida que los convoquen desde el placer y el enriquecimiento del lazo colectivo. Las apuestas online se posicionan como una práctica colectiva que refleja deseos individuales, facilitada por la nueva subjetividad digital, que trasciende las barreras físicas tradicionales. En un escenario de precarización e inestabilidad económica, las apuestas representan para muchos/as jóvenes una vía rápida y sin esfuerzo para obtener ingresos propios.
Pensamos entonces en torno a políticas públicas integrales que incluyan tanto la regulación del mercado, como los cuidados al consumir y la deconstrucción de estereotipos. Una regulación clara en materia publicitaria puede favorecer la construcción de discursos de cuidado, que incluya las dimensiones de los excesos y los placeres en un paradigma de control y reducción de daños. Existe una deuda pendiente en cuanto a la elaboración de campañas que se dirijan a la sensibilización social y/o a la transformación de los discursos acerca de qué es el consumo y en qué sociedad se inscribe. La experiencia demuestra con creces que las campañas punitivas y los modelos de prevención finalistas han fracasado dado que “olvidan” incluir al sujeto en contexto y a la sociedad y sus características. Ya sabemos que ciertos mensajes no funcionan y es por ello que el nuevo y gran desafío constituye la construcción conjunta de nuevas cartografías de cuidados.
El crecimiento de las apuestas online entre adolescentes no solo plantea un desafío inmediato, sino que también invita a reflexionar sobre las transformaciones sociales y económicas que atraviesan las juventudes en este tiempo histórico. Estas plataformas no operan en un vacío; forman parte de un ecosistema más amplio que capitaliza la atención. Comprender esta realidad requiere mirar más allá de lo visible, reconociendo que las apuestas son solo una expresión de la monetización de las adolescencias, vinculada a dinámicas que continuarán evolucionando con la aparición de nuevas prácticas y tecnologías. En un contexto donde se intensifica un relato que adultiza a los/as adolescentes —permitiendo, por ejemplo, la inversión en mercados financieros desde los trece años o debatiendo la baja en la edad de imputabilidad—, resulta importante mantener una atención crítica y activa frente a las implicancias de estas tendencias.
En este escenario, el Estado debe fortalecer sus capacidades, recursos y conocimientos para garantizar respuestas adecuadas que protejan los derechos de niños, niñas y adolescentes. Es imprescindible generar entornos digitales seguros y saludables, al tiempo que se promueva una soberanía cognitiva para que los/as adolescentes puedan tomar decisiones informadas y conscientes frente a estas nuevas realidades. La construcción de una sociedad que priorice los cuidados y la educación digital es fundamental para enfrentar los desafíos actuales y futuros.