La pandemia nos dio sobradas muestras de que la aglomeración empeora notoriamente las condiciones de seguridad sanitaria.

Por Laura Rocha – Publicada el 27 de noviembre de 2020

La pandemia ocasionada por el Covid-19 será una bisagra para las ciudades y las megaurbes como Buenos Aires: la relación con la naturaleza, la escala en el diseño y hasta el futuro laboral son temas de debate entre académicos y expertos que hasta piensan que podría cambiar algunos preceptos del mercado del uso del suelo.

El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es una región con una superficie de 13.285 km2 compuesta por 41 municipios que concentran la mayor densidad urbana del país. Según el censo nacional de 2010, tiene 14,8 millones de habitantes, el 37% de la población total, poco más de un tercio del total. ¿Cómo se traduce esto? En más hacinamiento, menos espacios verdes para las personas con el posible deterioro de la calidad de vida.

La pandemia nos dio sobradas muestras de que la aglomeración empeoraba notoriamente las condiciones de seguridad sanitaria que se requieren para las fases más estrictas de la primera y esta segunda ola en marcha del coronavirus. En la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano se pudo ver muy claro, especialmente en los barrios más necesitados, como las villas miseria”.

Pero la pandemia representa una oportunidad en el replanteo de las políticas del desarrollo urbano y del espacio público: incluso la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por su siglas en inglés) mostró el link que existe entre los modelos de producción y consumo con el flagelo sanitario que vivimos, como humanidad, hace un año.

Los entornos naturales de las ciudades fomentan el ejercicio y pueden ser parte de la solución para hacer frente al aumento mundial de las enfermedades no transmisibles, que son responsables del 88% de las muertes en Europa, indica un estudio realizado por la organización Nature 4 Climate.

La OCDE estimó que el costo de bienestar de las muertes prematuras derivadas de la exposición a partículas finas (presentes en el aire que respiramos) y al ozono en el exterior fue de unos 5,3 miles de millones de dólares en todo el mundo en 2017.

“Se ha comprobado que las estrategias de ecologización urbana reducen las tasas de mortalidad en el promedio de la estación cálida y las condiciones de las olas de calor proyectadas para 2050, en aproximadamente un 50%, dependiendo de los modelos y las condiciones”, detalla ese reporte.

Respecto de los espacios verdes, que en Buenos Aires se mantienen casi estáticos desde hace 20 años, el estudio sostiene que estar en ambientes naturales tiene beneficios directos para la salud mental. Reduce el estrés y proporciona la restauración de la fatiga cognitiva. Un estudio nacional en los Países Bajos que abarcó a más de 900.000 personas encontró que las personas que crecen con bajos niveles de espacios verdes tienen un 55% más de probabilidades de desarrollar un trastorno psiquiátrico independiente de los efectos de otros factores de riesgo conocidos (1)”.

Los árboles pueden mejorar el confort térmico proporcionando sombra de la radiación solar y reduciendo las temperaturas del aire (2). También pueden ayudar a los propietarios a ahorrar dinero. La Estación de Investigación del Norte del Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos encontró que los árboles pueden limpiar el aire y dar sombra a las casas, mientras que proporcionan a los propietarios en los en ese país más de 7000 millones de dólares en ahorro de energía (3).

Este estudio también aporta datos interesantes respecto de los costos, ya que si vamos  a hablar de economía todos estos números deberían tenerse en cuenta:

  • Las investigaciones han estimado el valor de los árboles de servicio dentro de la ciudad de Nueva York que proporcionan la eliminación de partículas finas de la atmósfera y, por consiguiente, mejoran la calidad del aire y la salud humana en 60,1 millones de dólares al año. (4)
  • Un estudio de 2011 encontró que el valor de una hectárea de un bosque urbano era de 1.500 dólares debido a las oportunidades recreativas, el disfrute estético y las funciones ambientales. (5)
  • Por el contrario, la pérdida de la naturaleza puede exacerbar los efectos de la contaminación del aire, una importante amenaza para la salud que causa entre 3,4 y 8,9 millones de muertes cada año. (6)

La pandemia también obligó a las ciudades a hacer un replanteo de su desarrollo urbano. Sólo por mencionar algunas políticas referidas al uso de la bicicleta en América latina, aquí armé un detalle de lo anunciado hasta septiembre:

¿Es suficiente? Probablemente no. En especial cuando hablamos de Buenos Aires. La extensión del subte, el debate por la venta de tierras públicas en la zona de Costa Salguero o la olvidada discusión acerca de la recuperación de la ribera del Río de la Plata y del Riachuelo son sólo muestras de lo que ocurre.

 


(1) Engemann et al, Residential green space in childhood is associated with lower risk of psychiatric disorders from adolescence into adulthood (2019)

(2) Richards et al, Differential air temperature cooling performance of urban vegetation types in the tropics (2020)

(3)  USDA, Trees Reduce Building Energy Use in U.S. Cities (2017)

(4) Nowak et al, Modeled PM2.5 removal by trees in ten US cities and associated health effects (2013)

(5)  Brander & Koetse, The value of urban open space: Meta-analyses of contingent valuation and hedonic pricing results (2011)

(6) World Economic Forum, Nature Risk Rising (2020)

 

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